El tordo amarillo (Xanthopsar flavus) es un ave emblemática de nuestros pastizales naturales y actualmente se encuentra en peligro crítico de extinción. Por eso, se requieren acciones urgentes para evitar que desaparezca. Una de ellas es brindarle la protección jurídica absoluta, como lo hizo la provincia de Entre Ríos al declararlo “Monumento Natural” mediante el Decreto Nº 5942/2004.
Se trata de un ave de 19 centímetros de longitud que pertenece a la familia de los llamados boyeros, tordos y varilleros. Su característica principal es el plumaje dorado que los machos lucen en la cabeza, hombros, rabadilla y parte ventral del cuerpo, que es de una tonalidad más opaca en las hembras. El color amarillo se contrasta con el marrón de ellas y el negro intenso de los machos en la parte dorsal de su cuerpo, la cola y la zona comprendida entre los ojos y las fosas nasales.
Su hábitat son los terrenos naturales inundables con presencia de pastizales densos y vegetación con espinas. Cuando se lo observa, rara vez está solo, ya que se relaciona en comunidad. En la temporada reproductiva nidifica en colonias con decenas de individuos cercanos entre sí, esto permite que un adulto alerte al resto ante la presencia de eventuales depredadores como zorros, víboras y aves rapaces. Durante el resto del año se junta en bandada con individuos de su población e, inclusive, con ejemplares de otras especies para buscar los insectos que forman parte de su dieta.
Cien años atrás era una especie común de observar desde el sur de Misiones hasta el sur bonaerense. Sin embargo, hoy se encuentra en peligro crítico debido a que las poblaciones de tordo amarillo han disminuido drásticamente desde principios del siglo XX y se estima que quedan sólo entre 600 y 1.500 ejemplares distribuidos en el sur de Entre Ríos y el noreste Corrientes (de los cuales, aproximadamente 300 están en nuestra provincia).
Las causas de su alarmante estado de conservación se relacionan directa e indirectamente con acciones humanas. El crecimiento demográfico y el avance de la frontera agropecuaria destruyeron gran parte de los ambientes que el tordo amarillo tenía para vivir, se suma la contaminación por efluentes de la agricultura y la industria forestal, las quemas no controladas, la presencia de jabalíes y el pisoteo del ganado que inciden sobre los relictos de hábitat que aún existen. Además, la caza de ejemplares para ser vendidos ilegalmente como aves de jaula sigue siendo una práctica sociocultural difícil de erradicar.
A todo esto, hay que agregarle una variable más: otra ave llamada tordo renegrido (Molthrus bonariensis) se desliga de la incubación y crianza de sus pichones poniendo los huevos en el nido del tordo amarillo e impidiéndole a éste la crianza de su propia descendencia. Este comportamiento parásito es histórico, pero se convirtió en un problema cuando la población de tordo renegrido empezó a aumentar como consecuencia de la oferta alimenticia que le provee la actividad agrícola de la zona.
El tordo amarillo también se encuentra en reducción en Uruguay, Paraguay y Brasil, siendo catalogado a nivel mundial como “en peligro de extinción”, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.
Pero no todo está perdido! Desde 2015 un grupo de investigadores del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CONICET) y la organización Aves Argentinas, en conjunto con la Dirección General de Recursos Naturales de Entre Ríos, la Dirección de Recursos Naturales de Corrientes, los grupos Aves Gualeguaychú y Aves Ibicuy, la Reserva Privada El Potrero, los Clubes de Observadores de Aves Tingazú y Guirá-Pirá, otras instituciones de conservación, dueños y empleados de estancias y diversos naturalistas aficionados vienen realizando un trabajo en red con el objetivo de investigar la especie, monitorear su supervivencia y aumentar las poblaciones para evitar que desaparezca para siempre.
Florencia Pucheta y Victor Blanco comentaron que las tareas del “Proyecto Tordo Amarillo” consisten en realizar estudios científicos de la especie para contribuir a su conservación, elaborar y colocar elementos de protección alrededor de los nidos durante la incubación y la crianza de los pichones para evitar que sean depredados, anillar ejemplares adultos y pichones para registrarlos individualmente, estudiar sus movimientos, hacer un conteo en invierno para monitorear poblaciones, difundir la problemática ambiental actual en medios de comunicación locales y realizar actividades de educación ambiental en instituciones de la zona. Todos estos esfuerzos están dando sus frutos, ya que este plan de manejo demostró su eficacia y las colonias tienden a aumentar la cantidad de individuos.
A pesar de todo esto, para ayudar a la especie también se requieren otras políticas públicas que incluyan cambios en las prácticas de uso del suelo, más áreas protegidas provinciales y municipales, control y fiscalización para regular el tráfico ilegal, educación ambiental en todos los niveles y concientización para sensibilizar a los vecinos.
¡Tu participación también es muy valiosa! Si ves tordos amarillos, es importante que lo informes por correo electrónico a tordoamarillo@avesargentinas.org.ar o aguuscollazo@gmail.com. Así, entre todos podremos conocer los lugares que esta especie frecuenta para seguir realizando actividades de manejo y conservación para evitar su extinción.
Agustina Collazo
Técnica Superior en Conservación, Uso y Control de los Recursos Naturales
Foto: Florencia Gusteler